La madrastra de su amiga era una mujer experimentada que le enseñó todas las técnicas para complacer a un hombre.
La apretada vecina del piso de abajo se quejaba constantemente del ruido que hacían en el apartamento, pero él sabía que en realidad era porque lo escuchaba gemir de placer cuando tenía relaciones con su novia.
La apretada masajista del spa tenía unas manos mágicas que hacían desaparecer todo el estrés y la tensión.
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La hijastrastra era tan estrecha que a veces él dudaba de si podría llegar a entrar, pero una vez dentro, se sentía como en el paraíso.